Los enteógenos y la ciencia |
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Origen de la palabra enteógeno A lo largo de los siglos XIX, XX y aun hoy en día, los términos utilizados para designar al tipo de sustancias que, siendo asimiladas por el cuerpo humano provocan un estados modificados de consciencia, son múltiples. El uso de alguno de ellos es claramente incorrecto como narcótico; otros muchos se usan indistintamente para referirse a una misma realidad como alucinógeno, psicodélico o psiquedélico, psicotomimético, psicotogenético, visionarios, etc. Sin embargo, a pesar de disponer de un variado conjunto de palabras para expresar lo mismo, un comité formado bajo la dirección del profesor de griego de la universidad de Boston Carl A. P. Ruck, y compuesto por el propio Ruck, Jeremy Bigwood, Danny Staples, Jonathan Ott y Robert Gordon Wasson, propuso en 1979 el neologismo enteógeno (Ruck et al 1979), como alternativa a los términos existentes. ¿Por qué no es acertado usar palabras como narcótico, alucinógeno, psicodélico/psiquedélico o psicotomimético? Las drogas psicoactivas objeto de los primeros estudios realizados a partir de mediados del siglo XIX, coca incluida, recibieron el nombre genérico de narcóticos (Ott 1993, p.247-249), palabra derivada del latín narcoticus, cuyo significado es el de "cosa que sirve para conciliar el sueño, y entorpecer los sentidos" (Ximénez 1818). "La etimología de ‘narcosis’, dormir, es tan obvia que la palabra resulta inapropiada y equívoca para sustancias que mantienen a uno, de buen o mal grado, bien despierto" (Wasson 1980, p.20). La palabra inglesa hallucination aparece por primera vez en 1629, hallucinate en 1834 (Merriam-Webster), y la española alucinar en 1499 (Corominas 1991). Hallucinogen y hallucinogenic aparecieron escritas por primera vez en 1953, en relación con las drogas, en la obra de Donald Johnson The Hallucinogenic Drugs (Wasson 1978, p.232), designación tomada de los médicos norteamericanos Abram Hoffer, Humphry Osmond y John Smythies. Todas estas palabras proceden del latín hallucinor o allucinor, "ofuscar, seducir o engañar haciendo que se tome una cosa por otra" (RAE 1970), que a su vez procede del griego alyein (Merriam-Webster). "¿Cómo un puede término semejante permitirnos comentar con imparcialidad esos trascendentes y beatíficos estados de comunión con las deidades que, según lo han creido muchos pueblos, la gente o los chamanes pueden alcanzar mediante la ingestión de lo que solemos llamar ‘alucinógenos’?" (Wasson 1978, p.232). El término psychotomimetic (psicotomimético) aparece en 1957, creado a partir de la combinación de psychotic- y mimetic (Merriam-Webster), para designar aquellas drogas cuyos efectos se asemejan a los de una psicosis. Sin embargo, los efectos de ciertas sustancias han sido descritos en ocasiones como verdaderas psicosis, por lo cual algunos investigadores prefieren el término psychotogenic (psicotogénico, causante de psicosis) (Enciclopedia Británica).
"Psychedelic no sólo es una formación verbal incorrecta, sino que ha llegado a estar de tal forma investida de connotaciones de la cultura pop de los años sesenta que es incongruente hablar de que un chamán tome una droga ‘psiquedélica’" (Wasson 1978, p.234). Wasson se reafirma en la misma idea en otro libro: "A lo largo de vastas extensiones de Eurasia y de América, el hombre primitivo descubrió las propiedades de tales sustancias y experimentó hacia ellas profundo respeto y aun reverencia; las rodeó con una barrera de secreto. Ahora estamos penetrando en ese secreto y deberíamos tratar a los enteógenos con la veneración de que tan merecedores se hicieron. Pues nos aventuramos en el conocimiento del papel que desempeñaron en la historia primitiva de las religiones, deberíamos llamarlos con un nombre que no se encuentra vulgarizado por el mal uso que de ellos hicieron los hippies." (Wasson 1980, p.8). El término enteógeno creado en 1979 procede de la palabra griega entheos, cuyo significado etimológico es "dios (theos) adentro", y designa "aquellas drogas que producen visiones y de las cuales puede mostrarse que han figurado en ritos religiosos o chamánicos". "En un sentido más amplio, el término podría también ser aplicado a otras drogas, lo mismo naturales que artificiales, que inducen alteraciones de la conciencia similares a las que se han documentado respecto a la ingestión ritual de los enteógenos tradicionales". (Wasson et al. 1978, p.235)
Una disciplina ilegal: cuestiones previas Los enteógenos son un medio más para lograr modificar el estado ordinario de consciencia. Existen otras substancias psicoactivas y medios mecánicos para alcanzar estados parecidos ¿En qué se diferencia un Estado Modificado de Consciencia (EMC) inducido por un enteógeno del producido por otros psicotropos, o por técnicas como la meditación o la respiración holorénica? "Enteógeno, (literalmente "Dios dentro de uno") se refiere a la percepción habitual entre los usuarios de enteógenos, de ningún modo considerada una alucinación, de que la divinidad se infunde en todos los seres, incluyendo a la planta enteógena y su afortunado consumidor." (Ott 1993, p.97). Según Ott y todos aquellos que han tenido contacto con los enteógenos a la vieja usanza chamánica, el enteógeno nos pone en contacto con lo sagrado. La enteogenia no sólo afirma que Dios, o lo divino, o sagrado, existe, sino que se encuentra dentro de nosotros, y que se puede experimentar directamente por el ser humano. Quienes usan el término enteógeno en vez de alucinógeno o psicodélico, implícitamente están afirmando una realidad que muchos que han ingerido enteógenos como si fueran alucinógenos ignoran o bien no comparten; además, esta realidad -la experiencia directa de lo sagrado-, es negada visceralmente por aquellas personas cuya aproximación al fenómeno religioso se produce exclusivamente a través de ritos como el de la misa católica.
Por tanto, los efectos producidos por la asimilación de enteógenos ¿Debe estudiarse desde la perspectiva de la historia de las religiones, como un fenómeno animista, o panteísta, o como una nueva forma de sincretismo religioso? ¿Desde la Teología? ¿O puede abordarse con los métodos y terminología de otras ciencias como la química, la botánica, la medicina o la historia? ¿Acaso es posible desarrollar una disciplina científica cuyo fin es estudiar la presencia de lo sagrado dentro del ser humano? La experiencia enteogénica desborda los fenómenos religiosos, va más allá de las identidades particulares de cada una de las religiones, y apunta al centro espiritual y mental del ser humano. Igualmente, desborda a las ciencias tradicionales, en las que existe una separación entre observador y cosa observada. En este sentido, las dificultades para abordar el estudio de los enteógenos son parecidos a los que se presentan en Psicología: estudiar la mente con la mente, desarrollar una ciencia en la que la subjetividad es la otra cara de la moneda. El estudio de los enteógenos como una disciplina científica Dado que los enteógenos son un medio más para modificar el estado ordinario de consciencia, si existiera una Ciencia de los Estados Modificados de Consciencia la Enteogenia cabría considerarla como una disciplina comprendida dentro de esa ciencia. Varios autores han planteado distintas alternativas a la relación entre ciencia y estados modificados. Charles Tart apuesta por diversas "ciencias específicas de estado, o sea ciencias particulares para diversos ECA-d." (Tart 1975, p.44). Para Tart "un estado de conciencia alterada discreto (ECA-d) es una alteración radical de la pauta general de conciencia" (Tart 1975, p.20). Peter Furst echa en falta "una perspectiva holística, que integre antropología, biología y psicología" (Furst 1976, p.45). Josep Maria Fericgla encontraría muy deseable un trabajo interdisciplinar entre biólogos, antropólogos, neurólogos y físicos, y deposita grandes esperanzas en la biofísica (Fericgla 1989, p.78). Es inevitable que una experiencia inefable acabe siendo diseccionada y analizada por dentro, y a ser posible desde dentro. Es la contribución del hombre racionalista moderno occidental a una experiencia ancestral, la vanidad de pensar que todo se puede comprender (y esa cabezonería ciertamente ha ayudado), y si es posible evitando las características que tiene el desarrollo de la ciencia, descritas magistralmente por Tart:
El estudio de los enteógenos tiene que responder a una amplia serie de cuestiones, abordadas de forma sistemática y con rigor. Pasada la etapa inicial de la psicodelia de los años 60, en la que se experimentaba por experimentar ("¿puedes pasar la prueba del ácido?", es el leit-motiv de la novela de Tom Wolfe Gaseosa de ácido eléctrico), hay que perder el miedo a perder la frivolidad y profundizar en las experiencias enteogénicas. Para ello es útil seguir las recomendaciones de un físico teórico como Richard Feynman (él sería el primer sorprendido en verse citado en un contexto como éste)
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Creación del documento: 4 de marzo de 2001 / Última revisión: 5 de junio de 2001 |