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METÁFORAS CONSCIENCIA AYAHUASCA Y PSICOTERAPIA
Josep Mª Fericgla

Conferencia pronunciada por Josep Mª Fericgla en las III Congreso Internacional Mundos de la Consciencia, organizado por el Colegio Europeo para el Estudio de la Consciencia, en Basilea, Suiza, los días 11 a 14 de noviembre de 1999

Mi aportación está dividida en dos mitades claras. En primer lugar les expondré un resumen de la teoría que sustenta el uso de la ayahuasca en psicoterapia y luego hablaré de la práctica. No voy a extenderme para explicar que el siglo que acabará dentro de pocas semanas ha sido el más importante para el estudio de la mente humana, y que el próximo siglo será, probablemente, aun más importante. Estamos entrando en lo que podríamos llamar la Cultura de la Ancianidad y de la Consciencia, ya que estos dos ámbitos humanos son los que más van a marcar Occidente durante el próximo siglo. Aunque, por desgracia, probablemente se seguirá manteniendo todavía una mayor atención a las guerras.

Dentro de este marco de interés, los recursos que nos permiten modificar a voluntad el estado de la consciencia son herramientas perfectas para el estudio de la mente y para vivir. De aquí que, a pesar de las absurdas prohibiciones que pesan sobre algunas substancias, las farmacias, por su lado, se están llenando de nuevos productos psicoactivos para modificar los estados de ánimo, borrar el dolor emocional, estimular la actividad mental y física, y un largo etcétera que sería difícil de enumerar y más aun de justificar al lado de los psicótropos prohibidos.
Tampoco es necesario decir que nuestros ancestros han usado de tal tecnología enteógena desde la más remota antigüedad y que los animales, como estamos descubriendo con asombro, también consumen una gran variedad de substancias naturales visionarias. Tal vez, la gran excepción a este consumo dentro del reino animal lo constituyen algunos seres humanos que se oponen a ello.

Así pues, uno de los principales temas de investigación actual es el de la esencia de nuestra mente. ¿Qué ocurre ahí dentro? ¿A que se dedica nuestro cerebro, ese extraño ser que vive más allá del mundo externo y de las percepciones físicas, generando su propio mundo como producto secundario del conocimiento particular? ¿Qué sucede con 1a mente que transmite sus contenidos por medio del arte, el pensamiento científico y religioso, y con ello demuestra que ya había creado estos materiales dentro de ella misma antes de externalizarlos?
Desde Kant se da por aceptada la inmanencia de la consciencia respecto de nuestra mente. Todo lo que cae dentro de nuestro campo de experiencias posibles es lo que conforma nuestro mundo y nada más que ello. También desde Bateson hasta el actual constructivismo se acepta que los hechos construyen nuestra mente, pero que a la vez somos los seres humanos quienes, con nuestros acuerdos, construimos literalmente el mundo que conocemos. Es un proceso dinámico.

En una ocasión pregunté a un buen amigo, famoso especialista en el estudio de la inteligencia, qué era la inteligencia, y él me respondió: "la inteligencia es lo que miden los tests de inteligencia". Bien, pues esto es construir el mundo. El hecho de la inmanencia y la plasticidad de nuestra consciencia nos permite y nos fuerza a la vez a construir el mundo que conocemos --y lo podemos conocer justo porque lo construimos. Ello se observa en la investigación de cada una de las dimensiones de nuestra mente. Lo indica el funcionamiento digital y plástico de las sinapsis, solo condicionado por estímulos exteriores; la capacidad abierta de aprender a aprender; el propio contenido mental y su forma de elaborar lo general pero siempre desde los datos particulares, etcétera.
En este sentido, el uso de ciertos enteógenos permite despertar la experiencia de lo que denomino consciencia dialógica, una tipo de consciencia que es capaz de conversar consigo misma, de observarse. Desde el momento en que alguien ha experimentado en sí mismo la consciencia dialógica y ha sido capaz de darle forma --paso éste muy importante--, pasa a ser parte de su vida, a agrandar el mundo en que habita. Y lo hace de una forma total, no solo parcial.

La consciencia está integrada en un sistema único. No hay una consciencia repartida. Diversos trabajos experimentales permiten afirmar que no puede ser dividida en partes. Es decir, en cada instante solo somos conscientes de una sola cosa, aunque la atención puede variar muy rápidamente de objeto y dar la impresión que atendemos a dos o más cosas a la vez. Se ha calculado que el tiempo que separa el hacer una cosa o poner la atención en ella, y hacer otra cosa --por ejemplo, conducir y hablar--, es de 50 milisegundos. También se han realizado experimentos recientes de rivalidad binocular que lo confirman, por ejemplo poniendo líneas verticales que llenan el campo visual de un ojo y líneas horizontales que ocupan el campo visual del otro. Así se ha verificado que la mente pasa de un ojo a otro muy rápidamente pero no puede mezclar lo que captan ambos ojos si se trata de objetos distintos.
La unidad de la consciencia no puede ser evitada. Lo máximo que podemos hacer es entrenarnos a tener una consciencia difusa, y de hecho todos la tenemos varias veces al día. Por ejemplo, cuando esperamos el autobús y nos quedamos momentáneamente con la mente en blanco, como ensimismados. En este corto rato vivimos la experiencia de consciencia difusa. De ahí que, lo que realmente sucede es que pasamos por miles de estados de consciencia distintos a lo largo de un solo día pero solo nos fijamos en algunos que la propia cultura nos ha entrenado para reconocer como útiles o adecuados.

Lo que sucede con la consciencia es que cada cultura y cada sociedad escoge ciertas formas de funcionar y de interrelacionar la multitud de informaciones que corren por el sistema nervioso central para determinar cual es la forma normal de procesar y de decodificar la información. Así es como creamos nuestro mundo.
Para poner otro ejemplo, en nuestras sociedades actuales se excluye sistemáticamente la percepción intuitiva de la realidad. Nadie afirma: "esto es así porque lo he intuido". Pero en diversas sociedades amazónicas, donde he estado estos últimos años haciendo mis trabajos de campo, la intuición es de capital importancia para la toma de decisiones en la vida cotidiana y ello implica un cierto entrenamiento específico de la consciencia. Para ellos, se trata de un estado mental normal, en tanto que para nosotros sería anormal. Aquellas personas amazónicas incluso distinguen entre diversos tipos de intuición, les dan nombres distintos y los usan para ordenar su vida. Entre ellos es posible afirmar: "esto es así porque lo he intuido" y a continuación actuar en consecuencia con todo el apoyo social.En este mismo sentido, también se ha comprobado que existen diferencias individuales muy importantes en los estados de consciencia y en la percepción del mundo.