ENFOQUE ANTROPOLÓGICO
SOBRE LAS DROGAS
Michel
Perrin
Vehículo que lleva a un "más allá" precisa,
dentificado Por la mitología. Trastornando la percepción
ordinaria, los psicótropos harían posible su experiencia
directa. En nuestra sociedad, esta función de vehículo
está presente, pero no existe ningún "más
allá" culturalmente definido adonde la "droga"
permitiría "viajar".
En todas las sociedades, la nuestra incluida, la "droga" asume
también una ' función de señal. Su uso es codificado,
ritualizado; su consumo o su prohibición coinciden con una división
del campo social: es señal de distinción para el grupo
que puede acceder a ella e, indirectamente, significa 'sus supuestas
cualidades; puede subrayar la oposición entre el iniciado y la
persona ordinaria, entre el individuo marginal y el conformista, entre
hombres y mujeres... Puede manifestar el poder o la perversión,
etc...
En fin, los psicótropos como agentes estimulantes, se asocian
con los movimientos "mesiánicos" elaborados por algunas
sociedades fuertemente sometidas al Occidente. En nuestra sociedad,
se encuentra también este papel de la droga como catalizador
que, muchas veces, ha sido o está asociado al deseo de cuestionar
el orden establecido.
La finalidad de la antropología es describir y analizar sociedades
a veces muy diferentes de las nuestras, pero es también - y es
uno de sus grandes méritos-, considerar recíprocamente,'
con una mirada más exterior, agudizada por la comparación,
hechos sociales propios a nuestra sociedad, considerando aquí
desde este punto de vista el fenómeno de la "droga".
Trataré aquí, de manera -simplificada, tres aspectos que
me parecen importantes del uso de productos llamados "alucinógenos"
o "toxicomanógenos" en otras sociedades diferentes
a la nuestra. Se trata de la relación entre droga y comunicación,
entre droga y organización de las sociedades, y por fin entre
droga y movimientos culturales y sociales. Para cada uno de estos temas,
indicaré cómo el enfoque antropológico conduce
a considerar el hecho social de la droga en nuestra sociedad y obliga
a un cuestionamiento de las interpretaciones habituales que le son aplicadas.
Es frecuente asociar el consumo de droga a una forma de "misticismo",
a una búsqueda (interior) de lo "sagrado". ¿Qué
da a entender eso? Para mostrar en forma más clara el tipo de
relación que puede existir entre las drogas y lo "sagrado",
tomaré el ejemplo del chamanismo en dos sociedades que me son
muy conocidas: la de los indios Guajiro con los cuales trabajé
entre 1969 y 1985 y la de los indios Huicholes que conocí de
1988 a 1990. Pues estas dos sociedades asocian el chamanismo con el
uso de psicótropos, de "drogas".
Chamanismo y "droga"
El chamanismo
constituye uno de los grandes sistemas imaginados por el hombre para
interpretar, prevenir o aliviar las desgracias. Y el uso de sustancias
psicotrópicas muchas veces se inscribe con él dentro de
un marco lógico cuyas grandes líneas son las siguientes.
Todas las sociedades con tradición oral, en especial las sociedades
con chamanismo, oponen dos mundos: "este mundo", de lo cotidiano,
lo profano, lo ordinario..., y un "mundo-otro" (Perrin, 1992).
Poblado de dioses, de ancestros, de espectros, de criaturas fantásticas,
y de seres de este mundo dotados provisionalmente de propiedades especiales
-como el shamán, los objetos votivos, los animales en-fisarios
de los dioses, etc.-, el mundo-otro es calificado por cada sociedad
con un vocablo aproximándose a "lo sagrado". Constituye
un "espacio" dotado de propiedades específicas, positivas
y negativas, delimitado de una manera fluctuante y relativa.
Entre estos dos mundos, la comunicación se supone posible y se
considera que numerosas desgracias -a veces las buenas fortunas-, son
consecuencia de ello. Los seres del mundo-otro amenazan o agreden las
almas, los cuerpos, los bienes o el medio ambiente. Es el precio a pagar
para que se reproduzca la especie humana que ataca sin cesar a la naturaleza
para sobrevivir. Es una concepción "persecusionista"
de las desgracias. Pero el "mundo otro" ofrece también
a los humanos la posibilidad de comunicarse con él y de responder
a sus ataques.
Esta comunicación se hace más frecuente mediante los sueños,
considerados como voz emitida y gobernada por el mundo-otro que así
revela la verdad venidera, profiriendo pronósticos y oráculos.
Pero queda entonces aleatoria. Para paliarlo, se imaginó que
el mundo-otro sabía ofrecer a algunas personas la posibilidad
de recibir o adquirir poderes "sagrados" comparables a los
suyos y utilizarlos a voluntad para tratar las malas fortunas. Así
es en cuanto a los shamanes.
Cada sociedad define a su modo las condiciones para volverse shamán
o, si uno ya es un shamán, las maneras para franquear la frontera
entre este mundo y el mundo-otro con el fin de resolver un problema
cuando se presenta: enfermedad, sequía, caza infructuosa, etc.
Y numerosas son las que, para marcar este paso, esta ruptura, acordaron
un sitio, privilegiado para las sustancias psicotrópicas a las
cuales hacen jugar el papel de "operadores" intelectuales
y efectivos. En efecto, provocando impresiones de discontinuidad, de
desplazamiento, o de viaje, reconocidas por todas las sociedades, la
nuestra incluida, las "drogas" subrayan el paso de un mundo
al otro. Mediante un aprendizaje, una enseñanza sistemática,
hacen posible, por otra parte, una "exploraci6n afectiva"
de la mitología: bajo el efecto de la droga, uno tiene la certeza
de encontrar los seres del mundo-otro, de vivir sus aventuras, de experimentar
las grandes transformaciones místicas, etc. Por fin, el consumo
de psicótropos, voluntario, controlado, ritualizado, puede servir
implícitamente de modelo para pensar las modificaciones de sensibilidad
que provoca la enfermedad. Siendo ésta generalmente concebida
como una intrusión o un desequilibrio que alcanza el cuerpo pero
también como un viaje forzado del 4 c alma", numerosas analogías
vinculan las percepciones inducidas en el enfermo por los efectos y
las representaciones de la enfermedad con las impresiones psico-fisiológicas
producidas por la ingestión de sustancias psicotrópicas.
Además, la toma controlada de droga puede servir de ' metáfora
del poder de curación. Así algunas sociedades relacionan
el dominio que tiene el shamán con el poder que tiene éste
de sacar a un enfermo de su estado mórbido. Según ellas,
la capacidad del shamán para "cambiar de estado" bajo
el efecto de la droga, mandar su alma al mundo-otro, para encontrar
sus espíritus auxiliares..., luego volver a su estado ordinario
cuando cesa de tomarla, sería análoga a su poder de curar
un enfermo, a su capacidad para hacer recobrar su estado normal a quien
lo había perdido bajo la acción del mundo-otro. Es el
caso entre los Guajiros.